miércoles, 17 de abril de 2024

SANTA POLA



Hemos perdido la capacidad de no hacer nada y de deleitarnos con la simple observación. Las vacaciones se han convertido en un estresante periodo de maletas, horarios y gente. La señal inequívoca de que no disfrutamos es que, al volver, debemos descansar de las mismas. Por esa razón, un año más he vuelto a pasar unos días completamente solo en Santa Pola. Sobre todo, me atraía el reto de saber si sería capaz de arreglármelas por mí mismo.

Llegué el Jueves Santo a un cuarto piso sin ascensor. Aquel día no solo tuve que conectar la luz y el agua, sino también llené la nevera con más dudas que certezas porque soy un cocinero pésimo. La casa olía como la tumba de Tutankamón. Aquella noche no pegué ojo, pues las delgadas paredes filtraban los sonoros bostezos del vecino.

El viernes estuve tentado de limpiar, pero hacía un sol tan fabuloso que subí caminando hasta el Mirador del Faro. Invertí unas tres horas en cubrir de polvo mis zapatillas nuevas. Coincidí en el sendero con parejas, grupos de amigos, familias y dueños de perros. Muchos hablaban a gritos, incapaces de escuchar los mil y un sonidos de la montaña.

Durante el fin de semana, reuní valor y productos de limpieza para cumplir el juramento que le había hecho a la dueña: adecentar el piso a cambio de mi estancia. Barrí y fregué a discreción. Dejé el cuarto de baño que parecía el reino celestial. Una moscarda se introdujo, sin duda huyendo del fuerte viento, cuando me disponía a salir.

Algunas de las películas que vi en el ático de Santa Pola —Formentera lady (Pau Durá, 2018) y Mejor… imposible (James L. Brooks, 1997)— hablan de solitarios empedernidos que necesitan a una persona para salir de su burbuja. Yo no sabía bien qué hacía apartado de mi familia. Supongo que el amor también es eso: saber alejarse para volver fortalecido.

El lunes vino mi mujer a rescatarme con el coche. Había llenado la nevera de comida para un regimiento.

Cuando me disponía a cerrar la llave de paso —situada en el descansillo de la entrada—, descubrí que había aflojado sin querer el contador de la luz de algún vecino. Este lo había devuelto a su estado original y, al mismo tiempo, se preguntaría por el gracioso.

miércoles, 20 de marzo de 2024

CONTRA EL OLVIDO


Paseaba con Carmen una tarde de verano cuando se acercó una mujer a saludarla. Deduje por la conversación que eran viejas amigas del pueblo. En Guardamar, darle al palique en medio de la calle es casi una religión. Tras despedirse efusivamente, le pregunté a mi madre, muerto de curiosidad, quién era. Me dijo que no se acordaba y nos entró la risa.

El olvido es un tema tabú que, a diferencia de Carles Puigdemont, no abre informativo alguno ni copa la primera plana de ningún periódico. Da igual la etiqueta que le colguemos: Alzheimer, deterioro cognitivo, desmemoria o ido de la olla. Enfermos y familiares se enfrentan prácticamente solos —debido a la deshumanización de algunos neurólogos y las trabas a la Ley de Dependencia— a situaciones traumáticas que los superan. La novela Las dos Adelaidas (Sargantana, 2023) de Elena Casero reivindica una enfermedad sobre la que pesa el más vergonzoso silencio, pero, sobre todo, el papel callado del cuidador.

Su argumento es sencillo. Una joven de veinticinco años tiene que hacerse cargo de su madre enferma mientras su hermana, que vive en Australia, se limita a seguir los acontecimientos por teléfono. Las fotografías antiguas y un diario escrito en la juventud ayudan a la anciana a rescatar la historia de las mujeres de la familia y, de paso, retrasa la inevitable pérdida de memoria. Elena Casero rinde homenaje a todas aquellas esposas y madres del siglo pasado condenadas a ser una sombra del esposo, a realizar las tareas domésticas, a cuidar de los mayores. Un simple cambio de titularidad en el banco por defunción demuestra qué poco han cambiado las cosas y cuánto queda por hacer.

La novela emociona gracias a la acertada elección de una joven narradora en primera persona. Me conmueve su vida truncada, sus sueños aparcados, su escasa sexualidad. Un manual indirecto sobre la vejez que debería ser lectura obligada en los colegios: «Nadie te avisa de que, mientras ella se muere, te has de convertir en su madre».

Como buena valenciana, Elena Casero salpica la historia con pinceladas de humor que sirven para ofrecer un relato verosímil donde las penas se barajan con las alegrías. Me parece descacharrante la escena en la que la anciana, en uno de sus inteligentes desvaríos, le presenta a Adelaida al mismísimo Franco y, además, le suelta cuatro verdades.

Me consta que la autora no es amiga de promocionar excesivamente sus libros, lo cual no significa que no haga presentaciones. Solo prefiere no dar demasiado el coñazo al lector. Esta actitud, digna de elogio en los tiempos actuales, proviene de alguien que ha corregido su obra hasta la saciedad y está segura de su valor. No hay mejor campaña publicitaria que una novela sin faltas de ortografía, ni lugares comunes, ni fallos gramaticales. Y, por si esto fuera poco, no he parado de anotar frases memorables que ojalá se me hubieran ocurrido a mí.

A veces, cuando mi madre me saca de quicio con sus involuntarios olvidos pienso en el consuelo de la literatura, en que se diría que Las dos Adelaidas ha sido escrita para nosotros. Anima a disfrutar de nuestros mayores mientras podamos. Gracias a su sacrificio, hemos logrado lo que ni siquiera ellos se atrevieron a soñar.


HASTA LA VISTA, MIRONES.
FELIZ SEMANA SANTA.

miércoles, 13 de marzo de 2024

SANTOS



Mi padre no era muy religioso, pero, por contentar a mi madre, que es una auténtica talibana, iba a la iglesia los domingos y se confesaba una vez al año. Lo recuerdo hecho un pasmarote en la última fila del templo, al lado de la puerta por la que siempre entraba el último y salía el primero, mirando al frente sin ver, con la imaginación distraída en otra parte. Ambos sabíamos, sin comentarlo jamás entre nosotros, que no creía en toda aquella parafernalia.

miércoles, 6 de marzo de 2024

SALDOS ARIAS




Mi padre trabajaba en una humilde tienda de ropa llamada Saldos Arias. Recuerdo que era un edificio ubicado en la calle Mayor de Alicante. Nunca pasaba nada, salvo que una vez fueron a comprar chandals algunos jugadores de los Globetrotters. Ahora han rehabilitado el inmueble y es la sede del restaurante Fondillón, que pertenece al hotel de cinco estrellas Hospes Amérigo. Cuando paso por allí, me entran ganas de hacerles cosquillas a esos camareros tan estirados.

miércoles, 21 de febrero de 2024

EL APERITIVO


«Y esto es solo un aperitivo de lo que te espera cuando estemos casados», dijo la anciana dándole un beso en la boca a su enfermero.

FINALISTA en el Concurso Cuenta 140 de El Cultural.


miércoles, 14 de febrero de 2024

EL PLAN





















Me gusta trabajar en la academia porque no debo ceñirme a un programa establecido ni aguantar a un jefe. Tampoco necesito preparar las clases. Improviso como un músico de jazz a partir de las propuestas de los alumnos.
     —Sintaxis —dijo Nerea.
     Le expliqué que una oración subordinada era una señora que dependía económicamente del marido. En cambio, las coordinadas son mujeres independientes.
     —Yo quiero ser subordinada, que me mantengan y no hacer nada en todo el día.
     Un compañero rio la gracia.
     —Vaya porquería de plan.
     Se miró las uñas: eran superbonitas. Tres años después, vino a decirme que se estaba sacando el graduado en un Centro de Adultos.

miércoles, 31 de enero de 2024

EL CUATRO





















En Alicante, la línea cuatro o autobús del cementerio atraviesa toda la ciudad. Es una experiencia realmente agotadora. Parece una película de nuestra vida proyectada a cámara lenta. Por si fuera poco, la mayoría de sus usuarios pertenece a la tercera edad. Así pues, el cóctel explosivo está asegurado.

Aquel viernes debía resolver unos papeles sobre la transmisión de una sepultura, de modo que subí resignado al autobús. Una vecina del barrio me atrapó en su monólogo: imposible avanzar o retroceder en aquella lata de sardinas. Comprendí con horror que me quedaba una hora de monosílabos adormecidos.

En la avenida Aguilera, a la altura del teatro Arniches, montó un caballero con ganas de gresca. Llevaba esperando una eternidad y estaba convencido de que habían suprimido un coche. El conductor se revolvió como si le hubiera picado una avispa. «Llame a la empresa y no me toque las narices», fue lo más bonito que le dijo. Aproveché la coyuntura para huir cobardemente de la vecina.

Los ánimos estaban crispados. Alguien se atrevió a reprochar al caballero que sus gritos le habían herido los tímpanos. El hombre escupió que se pusiera tapones. No era otra que mi vecina. Una abuela dijo: «Éramos pocos y parió la abuela».

Reinaba un espeso silencio cuando se abrieron las puertas en el Centro de Especialidades Babel. El cuatro quedó semivacío. Llegamos al cementerio dos únicas personas: el caballero y yo. El hombre se incorporó por fin a su puesto de trabajo y me sonrió a través de la ventanilla con cara de circunstancias.

miércoles, 24 de enero de 2024

QUÍMICA















Al ir a matar una mosca que lo estaba distrayendo de un ardor que creía olvidado, perdieron la oportunidad que, a sus ochenta años, solo se presenta de tarde en tarde. No tenían ninguna prisa. Esperarían tanto como fuera necesario. Volver a enamorarse es una cosa muy seria. 

miércoles, 10 de enero de 2024

AMANECER


















Cada 1 de enero,
se desata una euforia colectiva
de proyectos
que jamás verán la luz,
de promesas
que nunca cumpliremos.
Deja pasar unos días:
los verdaderos cambios
vienen de adentro.


lunes, 25 de diciembre de 2023

FELIZ NAVIDAD





















La Navidad es un sentimiento. Se parece a una historia de amor cuya esencia consiste en ayudarnos unos a otros, incluso entre desconocidos, familiares y exparejas. Cada cual le dará a sus actos la dimensión que quiera: religiosa, espiritual o humana. Que el ruido de los centros comerciales no nos impida escuchar ese latido. Lo demás no merece la pena. Gracias, Mónica, por la fantástica tarjeta.
 

lunes, 18 de diciembre de 2023

EN LA LUNA




El médico teclea mientras la anciana narra sus padecimientos entre suspiros, pero, en lugar de hacer alguna pregunta o prescribir la medicina correspondiente, le lee un fragmento del capítulo que escribe. Luego la interroga con la mirada. «No está mal», dice ella. Y añade: «Ya veo que lo suyo también es crónico».

Incluido en la antología del IV Concurso Internacional de Microrrelato Luz de Luna convocado por Diversidad Literaria.

viernes, 8 de diciembre de 2023

LA MEDITACIÓN
















Para meditar si se quedaba con el décimo de lotería, se puso en el lugar de su legítimo dueño: lo cobró.

FINALISTA en el Concurso Cuenta 140 de El Cultural.

miércoles, 22 de noviembre de 2023

CALLE SAN PEDRO, 25






















Hace poco robaron en la casa de al lado para meter a una familia de okupas que llevaba varios días rondando la finca. Entonces me alegré de haber vendido el piso de Guardamar, pues, con el paso del tiempo, podría haber corrido la misma suerte.

Desde la muerte de mi padre, íbamos cada vez menos. Como sabíamos que este sería el último verano, convocamos una reunión familiar urgente para informar a mis hijos de que pasarían una semana en el pueblo. Las protestas no les sirvieron de nada.

Entre el 13 y el 20 de julio, disfrutamos de unas merecidas vacaciones en la casa donde vivieron Angelita y su marido Juan. Mi tío era un lobo solitario que, durante su tiempo libre, practicaba el ciclismo y la pesca. Por cierto, murió cuando su bicicleta fue arrollada por un camión. Mi tía le sobrevivió muchos años en el transcurso de los cuales nunca faltamos a nuestra cita veraniega con los aires de Guardamar, que, según decía henchida de orgullo, sanan cualquier dolencia.

Mi ánimo, en permanente estado de despedida, se me antojaba una metáfora de la desmemoria de mi madre. El último desfile multicolor, las últimas brazadas en el mar, los últimos paseos por la pinada, los últimos encuentros con amigos y familiares. Hubo una fiesta en la calle para celebrar la Virgen del Carmen que sirvió para ahuyentar la melancolía. Las vecinas sacaron una mesa repleta de viandas. Rosarito, Carmen la de Barcelona, su marido, la Bisba… Los guardamarencos, atraídos por la alegría, se paraban a hablar sobre lo humano y lo divino. El tiempo, por fin, se había detenido en un instante eterno.

Todos desempeñamos nuestro papel durante aquella semana. Mi hijo cocinó. De lo contrario, habríamos muerto de hambre. Mi hija escuchaba: es una buena psicóloga. Yo empecé a empaquetar una vida entera en cajas de cartón, pero abandoné a su suerte la reliquia de la televisión. No la quieren ni en un museo.

Un mes después, el 23 de agosto de 2023, firmamos la escritura ante notario. Hacía un calor sofocante. Como si fuera un capricho del destino, la compradora, mi prima, se llama igual que la vendedora: Carmen Rastoll. Antes de abandonar la notaría, mi madre le preguntó con desparpajo por el piercing que adorna su nariz.

La inmobiliaria Albamar ha realizado la venta. No solo son familia, sino además grandes profesionales y mejores personas. El largo y tortuoso proceso burocrático ha sido, gracias a ellos, un viaje más amable.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

FIN






















El autor escribió la palabra fin. Después de muchos obstáculos, el hombre de rostro deforme se casaba con la mujer más fea del mundo. Eran felices y comían perdices. Sin embargo, mientras el novelista encendía un cigarrillo, Ana se quejaba de que nunca la contratarían en ningún empleo por falta de presencia. Pedro, por su parte, jamás saldría a la calle por miedo a la reacción de la gente. El sindicato de personajes no tardaría en pedirle explicaciones, de modo que el escritor utilizó la cirugía estética en su propia persona.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

LAS RATAS













Aunque se sentía una rata, le dijo a su padre que aquellos chicos no lo dejaban en paz. «Eres el profesor, ¿recuerdas?», contestó.
 
FINALISTA en el Concurso Cuenta 140 de El Cultural.

lunes, 23 de octubre de 2023

NEOLOGISMOS

Para que el mundo no me amargue, invento palabras que uso en la intimidad de la imaginación. Me permito compartir algunas de ellas. Quién sabe si engrosarán un día el diccionario.


-SEPARARTISTA: bufón que nos entretiene con gracias carnavalescas y, a cambio, le pagamos de manera injusta con el ostracismo e, incluso, la cárcel.

 

-ECOILÓGICO: producto tan natural como el culito de un bebé, pero tres veces más caro que el homólogo del supermercado. Vivan los pesticidas.

 

-BURROCRACIA: conjunto de normas absurdas que minan la paciencia de un cartujo y sacan a relucir la parte salvaje del ser humano.

 

-PROTOLOCO: leyes de la etiqueta dictadas por algún perturbado mental que hacen bostezar a los hipopótamos en las ceremonias y actos sociales.

 

-INDOCENTE: quien se dedica a la enseñanza no reglada abriéndose la imaginación en lugares públicos.

 

-EMBESTIDURA: hacer el paripé de acudir al Congreso de los Diputados sin los votos suficientes para ser proclamado presidente del Gobierno.

 

-INCLUCHIVO: soberana gilipollez que consiste en desdoblar el lenguaje para ocupar más espacio en los libros de texto mientras las mujeres siguen sin ocupar el espacio que se merecen.


jueves, 12 de octubre de 2023

CALABAZA


















¿Hay algo más gótico que el otoño? En esa melancolía de días cada vez más cortos, de crujir de hojas secas bajo nuestros pies nos preguntamos por qué no puede ser siempre verano.

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