miércoles, 24 de enero de 2018

EL SEÑOR (14)






















Nuria y yo, las dos en albornoz, observamos al hombre que ocupa un sillón junto a la chimenea de la suite presidencial.
            
—Pido disculpas por el truco del cava, pero nunca creí que lo echaría tanto de menos —dice invitándonos a tomar asiento en nuestro propio sofá.
            
Lo hacemos lentamente, sin apartar la mirada del tipo más buscado de España. Hace un instante, ante nuestra estupefacción, se ha quitado una barba postiza con la que emulaba a un hípster. Con mucha educación, Nuria le ha preguntado si el cabello también era sintético.
            
—Sé los rumores que circulan por ahí. Es pelo auténtico. Estira, estira si no te lo crees —ha invitado mientras agachaba la cabeza.
            
Tanta simpatía me ha escamado, pero no he querido romper el momento mágico en que Nuria comprobaba la solidez capilar de Puigdemont. Tras acabar la inspección, el expresidente de la Generalitat me ha hecho señas por si yo también quería tocar.
            
Ahora, para rebajar la tensión de no saber qué demonios quiere de nosotras este político huido a Bélgica desde la declaración de la república catalana, bebemos whisky con hielo. Chivas para más señas. No he encontrado nada de comer.
            
Se rasca la coronilla, carraspea y dice: «Tu cara está en todos los periódicos, pero la de ella no». Me encojo de hombros.
            
Nuria le anima a continuar llenando su vaso hasta el borde. Reconoce su delicada situación, le echa la culpa a un gobierno represivo y totalitario. En un acceso de euforia se levanta y empieza a cantar Els Segadors.
            
Después del numerito, dice: «Alguien de mi absoluta confianza me ha informado de que podéis desaparecer… Yo solo necesito ser investido presidente. Con un rato de invisibilidad, me basta. Ofrezco la vicepresidencia de mi república».
            
Nuria me guiña un ojo. Entonces, sonrientes, le arrancamos un mechón cada una. Y desaparecemos en sus narices.

6 comentarios:

  1. Jajajaja! Qué bueno! Si algo no me esperaba de ninguna de las maneras es que el personaje del que es imposible no oir hablar en cada momento, saliera en uno de tus relatos. Qué imaginación!
    Quién sabe si no se hará con el poder de ser invisible por el arte de birlibirloque y aparezca en el parlamento!
    Me ha encantado!
    Un beso

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    1. La idea era quitarle hierro a este culebrón venezolano. Me alegra que sepas reír: es un signo de inteligencia.

      Un abrazo.

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  2. Mira que eres "cuentero", el personaje al que usted hace referencia jamás cedería ni una pizca de su tierra prometida.
    La verdad es que me has sorprendido. No está mal reírse un poco.

    Un abrazo.

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    1. Yo mismo me decía al escribirlo que estaba cometiendo una temeridad, pero qué es la vida sin riesgo.

      Un abrazo.

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  3. Hola Jose.
    Te comento. Retomo, con esfuerzo por tener olvidado dónde me había quedado, tu entrega en capítulos de El Señor. La entrega 13 me deja con la intriga de qué vendría tras esa copa de cava. Pues me has matado. Te explico. Con la mitad de mi familia en Cataluña, te aseguro que estamos saturados de toda esa gente, de todos los políticos, de todos los que se creen con la razón, de todos los que hablan, de todos los que se callan,... En fin.
    Seguiremos al filo de la noticia y de tus aventuras.

    Un abrazo.

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    1. Entiendo tu hartazgo, pero no puedo permanecer ajeno a lo que ocurre a mi alrededor ni, mucho menos, dejar que me afecte. Prefiero estar loco a que el mundo me vuelva loco.

      Un abrazo.

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