jueves, 23 de septiembre de 2010

LUNA
















A mí nunca me han gustado los perros. Me cuesta un mundo acariciarlos; quizá sea la falta de costumbre. No soy el único. Me consta que hay muchos que las pasan caninas. Incluso peor. Creo que en las escuelas se debería educar esa parte animal que todos llevamos dentro.
De todos los chuchos que he tenido el disgusto de encontrar en mi vida, Luna era el más astuto. Jamás me pidió una caricia. Yo no era su dueño; sólo pasaba por allí de vez en cuando. Creo que fue esa resignación lo que acabó derribando los muros infranqueables de mi antipatía.
La otra madrugada dejó de latir su corazón. Le explotó en el pecho. Lo tenía demasiado grande. Tanto que jamás me pidió nada. Bueno, sí, algo de desayunar por llevarme la contraria.


Incluido en la antología Amigos para siempre, publicada por editorial Hipálage.

14 comentarios:

  1. Es lo que pasa con los chuchos, suelen tener el corazón demasiado grande.
    Un final muy en tu línea, siempre terminas dando un giro sorpresivo.

    Un abrazo y feliz fin de semana (ah, te recomiendo que te compres un perro, disfrutarás mucho).

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  2. Siempre imaginé el momento poder regalar a mi hijo pequeño la felicidad. Un cachorrillo en una caja de muchos colores y que, al quitar el gran lazo y destaparla, se lanzase a lamerle. Quedará en mi imaginación ese instante ya que, aunque en el caserío de los abuelos vivió Tel-bello y cariñoso ejemplar de setter irlandés del que disfrutamos todos-, razones de peso, como el espacio y el tiempo, han impedido en nuestro caso convertirlo en realidad. Referido al tema creo que hay un dicho que dice algo así como "Cada niño debería tener dos cosas: un perro, y unos padres que le dejen tenerlo".

    José Antonio, empezaste de duro con el chucho y al final creo te llegó a mear en la pierna.

    Un abrazo.

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  3. José Antonio, la etiqueta que le has puesto a la entrada es la de artículos de opinión. No dudo que lo que he leído sea tu opinión, en todo lo que escribimos está lo que somos y lo que pensamos, pero creo que debería llevar la etiqueta de relato o microrelato...Luna es un bello cuento.

    Yo pienso que los cuentos son lecciones con las que enseñar y aprender. Y veo en tus palabras dos grandes lecciones: lo mucho que podemos aprender de los animales y lo que es la amistad...porque la amistad como hizo Luna es estar, respetar la personalidad del amigo y dar sin esperar recibir.

    Gracias por enseñarnos a Luna, ambos tenéis un gran corazón.

    Besos y un fuerte abrazo.

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  4. Hola Maribel,

    Quizás aguante unos años sin chucho, pero Alfonso ya comienza a asediarme. Está estudiando mis puntos débiles.

    Un abrazo y perriescat in pace.

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  5. Sí, Alicia, cuánta razón tienes. No llegó a tanto como a mearme en la pierna, pero han sido trece años de compartir silencios.
    Y alguna faena esporádica en el campo: coger almendras, olivas...
    La última de ellas da nombre a mi nuevo libro de cuentos.

    un abrazo.

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  6. Hola Mari Carmen,

    La barrera que separa el artículo del cuento es muy fina. Ya lo demostró Juan José Millás en sus Articuentos.

    En cuanto a las lecciones que te da un perro, habría para escribir un libro. Yo me quedo con el respeto, con el saber estar en su sitio. Qué grandeza de animal.

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  7. Por cierto, Mari Carmen, ahora que me he librado de mi hija... añado la etiqueta de microrrelato.

    Para ser realistas, lo que más te quita un perro es libertad; de eso mi querida suegra sabe mucho.

    Un abrazo.

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  8. A mi tampoco me gustan los perros. No se si se lo cuento al autor o al personaje. Parece que cuesta un poco decir esto en un mundo donde el perro es una figura intocable. Yo creo que los animales están bien, pero cada uno en su habitat. Comprendo que les gusten a los niños, sobre todo lo que ellos llaman mascotas. Y admiro la inteligencia de algunos. Y en los perros dicen que su fidelidad ( no todos) y en los gatos su astucia ( casi todos) También en los delfines y algunos pájaros (cuervos, loros y urracas) su increíble inteligencia...Pero me estoy desviando. Pobres perros...destinados a ser juguetes de algunos de sus dueños...y pobres niños del tercer mundo que podrían vivir y alimentarse con la décima parte del dinero que algunos humanos destinan a sus perros. Es un tema complicado, sobre todo porque tengo una hija que ha vivido siempre con animales y los adora. Yo soy demasiado humano quizás. O siempre he vivido en la ciudad...y no me gustan los perros en los parques, haciendo sus necesidades con la complacencia de sus "amos" en las aceras, por ejemplo. A lo mejor digo todo esto porque he tenido la suerte de gustarme y desear la soledad y la libertad, y no necesitar la compañía que, dicen, dan los animales. No no me gustan esos padres que compran perritos a sus niños. Porque luego crecen y se convierten muchas veces en un problema.
    Los animales no son cosas. Tienen también su alma. Y no han nacido para vivir en un piso y sujetos a la vida urbana. Definitivamente... tu personaje y yo somos muy raros.

    Port

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  9. Espero que mis queridos amigos - que sois todos los que habéis escrito sobre el tema - y que no compartís mi punto de vista me disculpéis. Soy, creo, una persona bastante sensible. Y odio que los animales sufran. Yo creo que domesticarlos y tenerlos para que nos hagan compañía o nos diviertan es un modo de sacarlos de su vida natural. A mi me encantan, por ejemplo, los caballos. Pero claro no se me ocurriría tener un caballo en casa y sacarlo a pasear por la calle. El campo - y esto lo hago extensivo a los perros - es otra cosa. Es como tener peces en una pecera. ¿Sabéis que pierden la razón, el sentido de la orientación y sufren chocando contra las paredes, nadando y nadando sin horizonte?. Eso sí, están a buen recaudo y no perecen a "fauces" de los depredadores más grandes. Los bonitos peces de colores...o los de un aquario.

    Port

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  10. Hola Emilio,

    Yo también soy muy celoso de mi libertad y muy consciente de la responsabilidad que entraña el cuidado de un perro. Por eso, entiendo que haya gente que no quiera perros, como hay gente que no quiere entrar a la iglesia. Incluso lo comparto.
    En este mundo, o se es muy humano o se es muy animal. No hay término medio, amigo.

    Un abrazo.

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  11. La otra madrugada dejó de latir su corazón. Le explotó en el pecho. Impactante definición, llega estrellada a la mente, te felicito, creo que ya arregle mi blog, muchas gracias por avisarme como hacer, Saludos!

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  12. A mi me encantan los perros ...Que lastima que su corazon estuviera tan grande , lo vas a extrañar ...Me quedo a seguirte desde mi blogg333

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  13. Hola Melena,

    Me alegra que te guste lo que escribo. Tú también escribes un rato largo, según he visto. Nos leemos.

    Un saludo.

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  14. Hola Patricia,

    Me gustan los perros, pero en la distancia.
    Por cierto, feliz cumpleaños.

    Un saludo.

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